La Asesoría de Convivencia del Departamento de Educación activó el pasado curso 179 protocolos por conducta suicida, una cifra muy superior a los 28 casos de 2018-19. Para la jefa de la sección de Igualdad y Convivencia, Itziar Irazabal, este aumento se debe a que existe una mayor sensibilización sobre la ideación suicida, gracias a los protocolos, y a los efectos de la pandemia, más intensos en la adolescencia. En lo que va de curso se han atendido 93 casos si bien Irazabal cree que las atenciones totales serán similares “ya que en primavera se suelen activar bastantes protocolos”.  

El Consejo Escolar ha organizado para hoy viernes y mañana sábado unas jornadas sobre Prevención, detección e intervención ante casos de ideación suicida. El encuentro está especialmente dirigido a personal docente y directivo de centros educativos. Tiene como principal objetivo reflexionar sobre el rol del contexto educativo en la Promoción del Bienestar Emocional y la Prevención de Dificultades de Salud Mental entre su alumnado, así como brindar herramientas útiles que permitan orientar las actuaciones del claustro docente en este ámbito.

Desde la Asesoría de Convivencia abogan por dar más espacio a la educación emocional en los centros. “Las atenciones que hacemos (acoso, conflicto, conducta suicida), reflejan que hay malestar entre el alumnado”, reflexiona Irazabal. Y para minimizarlo hay que invertir en educación socioemocional. “Debemos cuidar al profesorado y dotarles de herramientas para que se sientan acompañados y seguros a la hora de ayudar al alumnado”, afirma.

La conducta suicida asusta al profesorado. “Para un docente tiene mucho impacto y más si lo ve el resto del alumnado. Nosotros les ayudamos y orientamos pero no todos se ven capaces”, explica. En 2013-14 se creó un protocolo, en coordinación con otros departamentos, cuerpos policiales y asociaciones, que contempla verbalizaciones, autolesiones o intentos de suicidio. “Si hay un intento lo primero es llamar al 112 y contactar con la familia. Una autolesión significa muchas veces una solicitud de ayuda”, reconoce Irazabal que valora el trabajo en red. “La familia contacta con salud mental para que valore el riesgo de conducta suicida y si va a necesitar ayuda. Y esa información se debe trasladar al centro para dar una respuesta educaiva adecuada”, zanja.