Mariano Aguirre (La Plata, Argentina, 1950) es un especialista en Relaciones Internacionales de extenso currículum, miembro asociado del instituto londinense Chatham House. Este analista ha trabajado y visitado Israel y Palestina durante los últimos 25 años, y es autor de Guerra Fría 2.0. Claves para entender la nueva política internacional, ensayo publicado con Icaria Editorial en 2023. Siete meses después del recrudecimiento del conflicto entre Israel y Palestina, y de la “ofensiva brutal” de los israelíes tras los atentados del 7-O, Aguirre examina algunas falsas premisas de este horror humanitario: “La idea de hacer una guerra para luego vivir en paz es absolutamente falsa. Una fantasía de Netanyahu totalmente ilusoria”. 

Se concentran muchas miradas sobre Rafah . ¿Cuál es su percepción? 

–Israel y Hamás están jugando un complicado y arriesgado juego de ajedrez a través de los mediadores, Estados Unidos, Qatar y Egipto, en el cual las dos partes se conocen bien, y saben los problemas de cada uno. Benjamin Netanyahu quiere rescatar a los rehenes, aproximadamente cien, que quedan en manos de Hamás, pero no quiere parar la guerra, porque inmediatamente se reabrirán los procesos judiciales por corrupción que tiene en contra. y puede terminar condenado.

Lo cual es de una miseria terrible.

–Por supuesto. Netanyahu tiene el apoyo de los ministros más de ultraderecha de su Gobierno. Sabe que un sector de la población quiere castigar y si es posible acabar con Hamás. Los familiares de los rehenes presionan a Netanyahu a diario para que pare la guerra. Parte pide que tras su vuelta negocie, y parte que haga lo que quiera. Netanyahu quiere seguir la guerra, según anuncia a diario, para acabar con Hamás. Esto, según muchos analistas, es imposible. Hamás tiene un arraigo muy fuerte en Gaza, aunque algunas encuestas indican que muchos gazatíes están muy enfadados por lo que ha pasado, pero en Cisjordania, después del ataque de octubre, ha habido un crecimiento muy considerable de apoyo a Hamás, una fuerza apoyada por Irán o Qatar, que no va a desaparecer. Puede terminar parcialmente derrotada; pero tiene la capacidad, como ocurrió hace pocos días, incluso de matar a cuatro soldados de Israel, uno de los ejércitos mejor preparados del mundo. 

Parecía que estábamos ante un acuerdo de alto el fuego. 

–Hamás quiere uno permanente y la salida de Israel de Gaza. Por supuesto le interesa un alto el fuego en tres fases, como el último que han negociado, liberando en cada fase a parte de los rehenes, e Israel a prisioneros palestinos y dejando entrar más ayuda humanitaria. Hamás teme que una vez que todos los rehenes sean liberados, Israel vuelva a lanzar un ataque muy fuerte sobre Gaza. 

¿Y entonces?

–Hamás dio un golpe de efecto muy grande. Hasta ahora de ninguna manera había aceptado una tregua en fases que no supusiera un alto el fuego permanente, y de pronto hizo un giro y este lunes con matices lo aceptó. Y esto descolocó totalmente a Israel, que había hecho esa propuesta. En el momento en que Hamás dijo sí, Netanyahu cambió de posición y rápidamente anunció que lanzaba una operación en Rafah. La que él quería hacer, masiva, no la ha hecho hasta el momento, porque Estados Unidos le está presionando mucho, y los europeos también. EEUU por primera vez desde que empezó este conflicto, ha retrasado, no cancelado, una parte del envío de nuevas armas a Israel.

“Netanyahu no quiere parar la guerra, porque se reabrirían procesos por los que puede ser condenado”

¿Hay un objetivo territorial por parte de Israel?

–En el Gobierno israelí, en el cual los principales líderes de la oposición se han integrado en el Gabinete de Guerra, hay diversas ideas. Por ejemplo, volver a ocupar Gaza y a tener asentamientos de colonos, y echar a los palestinos. Egipto y Jordania no lo quieren de ninguna manera. Israel ha especulado con que Congo acepte palestinos. No me extrañaría que chantajeen a Europa diciendo que si estamos tan preocupados y aceptamos un millón de ucranianos, aceptemos un millón de palestinos. Existen desde planes de consorcios urbanísticos de turismo en Gaza hasta dejar que vivan los palestinos como hasta ahora, rodeados, en la miseria, en la que se denomina la cárcel más grande al aire libre del mundo.

Ahora sin tan siquiera infraestructuras hídricas, por ejemplo.

–Los israelíes saben que en Gaza y en Cisjordania la comunidad internacional construye infraestructuras, pone dinero, ayuda a construir la sociedad y potencialmente, en algún futuro, un Estado palestino. En esto Europa juega un papel muy fuerte. Luego Israel las destruye en las sistemáticas guerras que libran contra los palestinos y después otra vez se vuelven a reconstruir. Esta vez es muy extremo, se calcula que se ha arrasado literalmente, entre el 70 y el 80% de la estructura e infraestructura urbana de Gaza. Sería un esfuerzo económico internacional ingente, pero no descartable. Yo tiendo a alinearme con los analistas que piensan que Israel, también por falta de acuerdo interno, va a intentar volver al statu quo anterior. 

Quedará un castigo atroz sobre la población civil y la aquiescencia de determinados países.

–En los 70 Israel comenzó a ocupar con colonos Cisjordania y de Gaza, territorios que había conquistado mediante la fuerza y que según la Carta de la ONU y de diversas resoluciones del Consejo de Seguridad, Israel estaba obligada, y lo sigue estando, a devolver a sus habitantes originales, los palestinos. Palestina técnicamente era un mandato británico, que duró desde 1917 hasta 1947. Entonces Naciones Unidas planteó una partición del territorio. Desde ese momento la tensión es permanente entre Israel, que considera que tiene derecho a tener un Estado, especialmente después del Holocausto, y los palestinos, que no están en contra de ello, pero se preguntan por qué tiene que ser en territorio palestino. Son dos pueblos, dos identidades, en pugna por el mismo territorio. Ese es el conflicto. Con guerras entre Israel y países árabes, en 1948, 1956, 1967, 1973, 1982, 2006, y repetidos enfrentamientos entre Hamás e Israel. 

Ahora se invoca, tal vez como conjuro por la mala conciencia, la solución de los dos Estados.

–Israel tiene una larga trayectoria de haber estado violando el derecho internacional, y de no respetar las resoluciones de la ONU y colonizar el territorio palestino con medidas de fuerza cotidianas y represivas. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch lo denominan un régimen de apartheid, como el sudafricano. Una minoría tratando de controlar a una mayoría con otra identidad. Un Estado con apoyo diplomático y militar de Estados Unidos, de diversos países europeos, acuerdos preferenciales con la UE, que ha labrado una sofisticada diplomacia internacional, que comete un delito que incluso se está considerando en la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas si es o no genocidio. Echar todo esto para atrás tampoco es sencillo. Las políticas que ha habido hacia Israel desde los 70 hasta ahora han permitido que se comportase de esta manera. Ahora es extremo. 

“La idea de hacer una guerra para luego vivir en paz es totalmente falsa. Una fantasía de Netanyahu”

El Gobierno español invoca esa idea de los dos Estados como eje argumental.

–Hoy por hoy es técnicamente imposible de implementar, por el sistema represivo militar y judicial que tiene Israel en Cisjordania, y ahora con la destrucción en Gaza. Lo cual hace imposible pensar en una solución de dos Estados, porque sería inviable. Habría trocitos de Estado, sin estar conectados entre sí, como una piel de tigre. En segundo lugar, porque hay un consenso fuerte en todo el espectro político israelí, excepto en una franja muy pequeña, de que no quieren que exista un Estado palestino. Una negociación sobre los dos Estados hay que llenarla de contenido. No basta solo con el enunciado, sino establecer cuáles serían las condiciones para que fuesen viables.  

Viene de publicar el libro 'Guerra Fría 2.0'. El contexto, mirando también a Ucrania, es de llamadas a la militarización y a la mano dura, con incertidumbre y desconcierto en amplias capas de la sociedad. 

–Vivimos un auge muy fuerte de tendencia hacia las supuestas soluciones duras, incluso mediante la fuerza. Hay una crisis, un descreimiento popular y un abandono de la mayor parte de los Estados del derecho internacional. Y como vemos en la crisis de Gaza, del derecho internacional humanitario. Las reglas internacionales, del multilateralismo, del orden llamado liberal o basado en reglas que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial, se encuentran en una crisis muy fuerte. En estos momentos lo que rige es el uso de la fuerza, una debilidad muy notoria de las Naciones Unidas, y una diplomacia transaccional, basada fundamentalmente en intereses y no en valores o en el respeto de la ley internacional.