El pasado jueves Tomás Urzainqui (Iruña, 1949) dio una charla en Plazara organizada por el Foro Elkartu, un espacio “plural de encuentro y debate en torno a la soberanía política de Navarra”. La conferencia llevó por título ‘La Constitución navarra frente a la Lorafna”. Este abogado jubilado, que reivindica que el Parlamento foral pase a llamarse Cortes de Navarra, sigue escribiendo e investigando sobre derecho e historia, así como de cuestiones relacionadas con el Valle de Roncal. En esta entrevista, previa a la charla, se muestra convencido de la apertura de un proceso federalizante en el Estado. Una “oportunidad” con vectores ya presentes en la I República española y en la complicidad entre Pi i Margall y Serafín Olave. Aunque Urzainqui entiende que la Lorafna no “no es renovable”, defiende que Navarra debe ser parte activa de una hipotética reforma confederal estatal.

Ahora que está en juego una posible reforma de la Lorafna, usted hace una enmienda a la totalidad.

No ha habido muchas oportunidades desde que se impuso la llamada Paccionada en 1841 o desde el fraude de la Lorafna de 1982. Es el momento para que se replantee ese engaño, y se descubra y se desenmascare la jugada política que suponen la Paccionada y el llamado eufemísticamente Amejoramiento, cuando es lo contrario. La sociedad navarra se halla totalmente sometida desde 1841, cuando no se le dejó aplicar su Constitución política, que son los fueros. Desde 1770 hasta 1835 nuestras instituciones se referían a la Constitución de Navarra, sin más calificativos. Esa denominación la utilizaron nuestras Cortes para hablar de la estructura jurídico política propia, con sus poderes legislativo, ejecutivo y judicial. El principio más importante es que la ley foral, la del Monumento a los Fueros que sostiene la matrona que simboliza al pueblo navarro, es en realidad nuestra Constitución, en la que la ley está por encima del poder. Los poderes tienen que estar sometidos a la ley, garantía de todos los derechos.

“Desde 1770 hasta 1835 nuestras instituciones ser referían a la Constitución de Navarra. Esa denominación la utilizaron nuestras Cortes”

El poder estatal esgrime su propio aparato legislativo.

Porque han ido penetrando. Navarra era un Estado hasta 1841, con su Constitución. Ángel Sagaseta de Ilurdoz, último asesor de las Cortes de entonces, sostenía que Navarra tenía la misma relación con Castilla que Suecia con Noruega, con el mismo rey, pero con sus propias cortes, legislaciones, tribunales diferenciados, ejecutivos y hasta fuerzas armadas. El problema de Navarra sobre la memoria histórica llega a todo el ámbito jurídico político. No solo es la represión del 36 o el monumento a los Caídos. Hay muchísimo más.

Con Catalunya vimos en la UE un club de Estados. ¿Fuera del Estado español qué importa Navarra?

El protagonismo que han tenido Escocia y Catalunya últimamente es el que tuvo Navarra hasta hace poco más de cien años en Europa, muy importante, que no se dice. La historiografía navarra actual no lo reconoce, faltando a la verdad, porque Navarra estaba en el mundo, cosa que hoy no, y su nombre era algo, y hoy se ha difuminado. Sagaseta Ilurdoz, que redactó una Constitución en diciembre de 1839 para evitar la Paccionada, advertía de que podíamos perder toda nuestra estructura jurídica, personalidad y soberanía como pueblo diferente al de Castilla y ser totalmente ninguneados, y es lo que ha ocurrido. Tuvimos las calamidades de guerras civiles en el transcurso de cien años, desde 1833 hasta 1939, y desde entonces continuamos muy condicionados. La Lorafna huele a eso. Toda la exposición de motivos es un montaje franquista.

¿Tiene esperanza en una reforma?

Sí, yo creo que hay probabilidades. En el Estado o le regalan el poder al conjunto de la extrema derecha y derecha extrema, o se monta la alternativa democrática que pasa por la confederación, no hay otra. Si Navarra quiere ponerse las pilas lo tiene que hacer con su cultura jurídico política, los fueros, la Constitución navarra. Esa es la única posibilidad de ser algo, porque en la cultura jurídica, la determinante, se basan las libertades, que para el pueblo navarro son los fueros, su Constitución.

“La memoria histórica llega a todo el ámbito jurídico político. No solo a la represión del 36 o al monumento a los Caídos. Hay muchísimo más”

Usted tuvo una experiencia política en Libertad navarra-Libertate nafarra. ¿Frustró la falta de apoyo?

En absoluto, porque nunca pensamos sacar votos, sino decir que el sujeto político es Navarra.

Geroa Bai ya lo dice, por ejemplo.

Después y mal. El sujeto politico es muy serio. Es la Constitución navarra, la asunción de todo ese sistema jurídico que Geroa Bai no asume. Ya me gustaría que lo hiciera.

¿Tener unas ideas políticas y no esperar votos no es frustrante?

Lo que no salió bien fue la publicidad. No nos daba cancha nadie.

¿Ve a la sociedad navarra y a su clase política preparada para subirse a un tren confederalizante?

Lo tenemos al toque de la mano. La baza es utilizar su corpus jurídico político. Disponemos de la legislación que se fue promulgando en el Reino de Navarra, decenas de miles de sentencias de los tribunales propios. Aquí hay un problema en el nacionalismo vasco. Los napartarras tenían una visión nacional para todos los vascos pero desde Navarra. Y había un sector muy importante también en Bizkaia que consideraba que la nación vasca se fundamentaba sobre todo políticamente en Navarra. Eso se perdió. Gipuzkoa, Bizkaia y Álava nunca llegaron al nivel del Estado navarro, ni de lejos, porque eran unos fueros provincianos, de andar por casa, más bien internos. Sin embargo, los de Navarra también eran externos, de relaciones y tratados internacionales con las potencias europeas, con la Santa Sede, cosa que Gipuzkoa, Bizkaia y Álava de eso nada. Que Castilla conquistase esa parte de Navarra, ha tenido unas consecuencias, una dominación castellana durante varios siglos antes de que se conquistase la Alta Navarra.